20140303

"Un Vestido para Victorie"

Victorie era un fantasma cuando nació. Cuando tuvo sangre se volvió una gran actriz. Cuando la amaron desapareció. Cuando Victorie murió ya era sólo un poco de ceniza y los ojos de sus hermanas.
                                                                                                                                   Andrea González





Ilustración: Lidia Miguel


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Lo último que escuchó la última radioescucha del mundo fue la vibración insoportable de miles de luces de neón viajando por los circuitos, desde todas las cabinas y hasta todos los audífonos. Sintió angustia. Desconectó su cabeza un momento del aparato de alta frecuencia y salió a la calle. Bebió agua del río. Miró hacia la ventana: el estéreo estaba ahí, con sus dos bocinas grandes, la carpeta tejida encima. Entró en la casa: todo lo que había tenido ahora era de luz. Volvió a salir. Tomó agua del simulador. Ingresó su huella dactilar en el decodificador. Entró a la casa. La mesa estaba allí. Apretó su sien: sus ojos proyectaron la hora: faltaba media hora para que los técnicos llegaran e instalaran la radio, el invento del siglo.

Andrea González



Ilustración: Lidia Miguel

THE FUNERAL OF HEARTS



HORA DE LAS PREGUNTAS. HORA DE ALBERTO CHIMAL.

¡Estamos de vuelta! Y para celebrar tenemos una entrevista con el escritor mexicano Alberto Chimal, autor de La torre y el jardín, Grey, Los esclavos, y una numerosa lista de otros cuentos y novelas. La carrera de Alberto Chimal y sus conocimientos en literatura, cómic, cine, y demás manifestaciones artísticas, así como una profunda comprensión social, convierten a las obras de este escritor en obras que merecen análisis y reconocimiento. Pueden leer más de él en su página web: Alberto Chimal



MONSTRUOS

Los monstruos no saben jugar a las escondidillas.
Los monstruos no cazan niños, bailan.
Los monstruos no son poliedros: son criaturas redondas que se esconden en los resquicios de las O de los niños.

20130303

La Habitación

Un hombre entra a una habitación oscura y se sienta a leer a la luz del fuego que baila en algún infierno cercano. Se acerca un cigarro a la boca, pero comprende que es imposible que lo disfrute ya que no tiene ni labios, ni párpados ni extremidad alguna con la que pueda sostener ni el libro ni el cigarro ni la mano que la Muerte le presenta. Y pensándolo bien, no había visto a la Muerte hasta ahora. El hombre se levanta y baila con ella. Pero esto también es imposible. Cuando terminan la pieza se sientan y beben de una botella que contiene todos los males que hacen llorar a los niños. Cuando el líquido se acaba sólo queda esperar a que algo exista en la habitación de la que nos alejamos rápidamente.

Ilustración:  Victoria Flores
Texto: Andrea González

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Aracnoficciones

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Es muy peligroso hacerte amigo de una araña: cuando menos lo esperas, separan sus patitas del suelo y ¡bang! te teletransportan al pasado.
 
 
 
Es realmente gracioso ver a las arañas bebiendo cerveza en sus pequeños tarritos, con los meñiques alzados como si fuera té.

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Son comunes las arañas comediantes. Hacen chistes tan finos, que suelen resbalar por sus telas como gotas de lluvia.


Es importante hacerte amigo de todas las arañas que puedas, por si un día tu abuelita ya no quiere hacerte bufandas, o su fantasma te odia.

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Para las arañas, el amor es eso que sienten cuando le tejen a sus hijas bufandas muy largas y luego las ahorcan con ellas.

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Antes de apagar la luz, es preciso revisar que cada araña esté en su cama, arropada y lista para morir de pesadillas.


Ilustraciones: Cinthia Victoria Flores Salvador y Víctor Flores Salvador
Textos: Andrea González Cruz
Derechos reservados  de bloodyvictorie.blogspot





20121109

Fotos

Un día quise tomarme unas fotos. Llamé a Cinthia y le expliqué cómo querían que fueran: quería salir sosteniendo un cuchillo, tal vez un poco manchada de sangre. Quería verme peligrosa. Cuando Cinthia me preguntó dónde quería que me tomara las fotos me vino de inmediato a la mente el templo de San Sebastián, en Miguel Ángel de Quevedo. He visitado ese lugar por años. Me gusta sentarme frente a la extraña cruz y leer. Es un lugar encapsulado entre casas bonitas. Los árboles guardan el secreto de la juventud rocosa del templo, como una actriz que desea conservar su belleza intacta y se destierra de la vanidad cinematográfica llevándose una gloria muda y blanquinegra con ella. Su cutis de piedra estremece las aguas de una fuente misteriosa. Siempre me he sentido relajada ahí. Pues bien, el día de las fotos llegué muy temprano. Llevaba un vestido negro, zapatillas y abrigo. Tomé café en una librería, compré un libro en otra y me enamoré en la última que visité. Cinthia me encontró hojeando unas revistas. Caminamos hasta el parque hablando mucho. Acabábamos de sentarnos frente a la cruz cuando comenzó a llover. Entramos a la iglesia. Cinthia comenzó a maquillarme para no perder tiempo. Salimos después de un rato, Cinthia despeinada de tanto trabajar y yo con los ojos bien delineados con colores oscuros y la boca de un rojo que nunca antes había brillado tanto. Cinthia llevaba en un frasco de comida para bebé un líquido rojo y espeso que de verdad parecía sangre de verdad. Mojamos el cuchillo y mis manos. Nos paramos junto a la cruz. La sangre falsa escurría de mis dedos y me mojaba las piernas. Me manché un poco los labios cuando intenté quitarme el cabello de la cara. La majestuosa y escalofriante cruz me sirvió de asiento cuando quise que mis muslos se asomaran en las fotos. Dejamos un rastro de gotitas rojas a sus pies. Luego fuimos a la fuente, otra víctima de mis poses francamente ridículas de modelo experimental, y de los ojos expertos de Cinthia que me sacaban mucha ventaja. “Es como un Photoshop en tiempo real” me reía con el cuchillo de juguete en la mano.  Estuvimos así casi dos horas. Luego nos tomamos fotos juntas y después le tomamos foto a mi libro de Tario, aprovechando que se había ensuciado un poco de sangre. Recogimos todo. Me disponía a abrir la llave que está al pie de la iglesia para lavarme las manos cuando vi que Cinthia palidecía. Se acercaba hacia mí temblando. Me erguí de inmediato. “¿Qué pasó?” “¿Cómo que qué? ¿Ya viste que la iglesia está brillando?” Me di la vuelta. No vi nada. Ahí estaba el templo, opaco y agresivo, como una terrible fortaleza de tiempo apelmazado. Cinthia entró caminando muy despacio. Me olvidé de lavarme las manos y entré detrás de ella, con el cuchillo pegajoso en la mano. Habíamos avanzado un poco cuando escuché un grito a mis espaldas. Me volví de inmediato, un poco mareada, y vi el cuerpo de una mujer tendido junto a la cruz. Una mujer morena de cabello corto que llevaba vestido negro... Grité. De su vientre salía una gran cantidad de sangre. A su lado estaba tirado un cuchillo. Delante de ella un hombre se incorporaba temblando. Me quedé paralizada, buscando estúpidamente el brazo de Cinthia, que por alguna razón no volteaba ni había volteado en ningún momento desde que entramos al templo. Vi con horror cómo el hombre se caminaba hacia la iglesia. Nos miraba, detenidas como columnas en medio de la hilera de bancas, solas, indefensas. Grité. Le grité a Cinthia. Le imploré que corriera, le pedí que se fuera. La empujé. Y cuando la empuje caí de bruces contra la alfombra porque Cinthia, mi Cinthia, ya no estaba. El tipo atravesó el arco de la puerta. Me levanté como pude, sin quitarle los ojos de encima a sus manos asesinas. No retrocedí por miedo a volver a caer y no volver a levantarme. Por un movimiento casi automático, enarbolé el cuchillo de juguete que un día antes había comprado en el mercado de San Ángel. Algo me empujó hacia el tipo. Con la esperanza de distraerlo para poder salir corriendo, le solté una estocada seca en el pecho. Vi con sorpresa cómo el cuchillo se hundía en su carne. Sentí brotar un chorro caliente de sangre. Solté el cuchillo y el tipo se desplomó a mis pies, manchándome los zapatos, chocando su cabeza contra mis rodillas. Grité como nunca se ha escuchado gritar a nadie en una iglesia y salí corriendo, llorando, escupiendo involuntariamente una mezcla de maldiciones y de rezos, aunque he de reconocer que sé más de las primeras que de los segundos. Tropecé con el cadáver de la mujer que estaba al pie de la cruz maldita. Cuando levanté la vista, Cinthia estaba delante de mí tranquilamente sentada, limpiando el lente de la cámara. Balbucí que mejor me lavaba en el metro.

20120925

Animaciones

Señores, señoritas, les dejamos una de las perturbadoras animaciones que vimos en MACABRO 2012: 11 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE HORROR DE LA CIUDAD DE MÉXICO.

20120905

Bloody Vlog

¡Aquí está nuestro primer vlog! Estábamos muy nerviosas, pero nos divertimos mucho haciéndolo. Recomendaciones cinéfilas, soundtrack, cuentos y mucho más.